miércoles, 9 de marzo de 2016

¿Hay alguien soñando contigo?


El temor duerme en cada noche oscura
los focos de tu cielo brillan tenuemente
tampoco tienes muy claro a donde ir
te sientas en el suelo de un húmedo
y frío asfalto.

Bajando la cabeza empiezas a llorar
¿Por qué te has marchado?
¿Por qué no te han llamado?
¿Por qué empezó todo esto?

Te sientes débil abrazando los recuerdos
la lluvia moja tu cabeza
y quieres que te ahogue
convertirte en lluvia y llegar al mar

¿Por qué no te han buscado?
Quizá mejor des la vuelta
Quizá alguien quiera ayudarte
¿vas a dejar que tu orgullo te gane?
¿hay alguien soñando contigo?
Da la vuelta
En casa lo sabrás.

Te has tragado los amargos sueños
que jamás se cumplirán
de cuando eras pequeño
ahora solo estás tú, la lluvia y un frío suelo
¿Hay alguien que te esté preparando de cenar?
Da la vuelta, en casa lo sabrás.

Te sientes débil abrazando los recuerdos
la lluvia moja tu cabeza
y quieres que te ahogue
convertirte en lluvia y llegar al mar

Da la vuelta
En casa lo sabrás...

Poema: Tabita Beizana
Fotografía: Clara López

Flicker de Clara López: https://www.flickr.com/photos/clalopezpe/

sábado, 5 de marzo de 2016

Reconstruir (Reflexión II)-Prosa poética

Después del huracán emocional, todo quedó reducido casi a cenizas. El panorama era cuando menos desolador, parecía que tanta oscuridad, tanta maldad y tanto dolor no podía acabarse nunca. Pero tocaba reconstruir.
No era un proceso fácil, pero podía conseguirse. A veces, durante ese camino volvías a caerte, también encontraste personas que te ayudaron y lo hicieron todo más fácil, te regalaban pedacitos de cariño y de comprensión para volver a construir a tu nueva yo que en esos momento estaba perdida. Otras personas, fueron como pequeñas ráfagas de aire fresco, reconfortantes, pero breves y que también se fueron. Dejando aún más vacío donde ya había bastante.
Sin embargo, casi sin darme cuenta empecé a tomar forma. Volvía a sonreír de vez en cuando, visité lugares maravillosos y escribí cosas bonitas. Aprendí.
Un día, me puse a ordenar todas las cosas que había sentido: el amor, el miedo, el desamor, los celos, la alegría, la felicidad, la desdicha, la belleza, la pérdida, el vacío y la plenitud. Y les cambié la prioridad, dejé en el cajón más elevado de mi memoria los más bonitos y me sentí orgullosa de haber podido sentir todo aquello alguna vez en mi vida y, ¿sabes qué? creo que no lo cambiaría por nada.
Ahora la reconstrucción está casi acabada, incluso parece todo más bonito que antes.
Y ahí está la paradoja:

A veces es necesario demoler un alma para reconstruirla desde cero, y hacerla mejor.


Texto: Tabita Beizana
Fotografía: Clara López